Se dice que un 10% de la población adulta la padece (quizás sea un dato algo
exagerado) pero los primeros síntomas de la cuperosis aparecen durante la adolescencia y van aumentando con la
edad con el riesgo de convertirse en un problema permanente.
No es una enfermedad grave, pero
sí un problema molesto que se manifiesta en forma de pequeñas marcas llamadas telangiectasias o manchas rojizas que
cubren la superficie del rostro, normalmente el pómulo, y no son sinónimo de
estar sana y lozana como decían las abuelas antaño, sino que son la
consecuencia de un problema de
circulación.
La cuperosis surge de la dilatación
de los vasos capilares que irrigan la dermis debido principalmente a que
existen personas con capilares sanguíneos más frágiles que otras y que son por
tanto más propensos a dilatarse. Este problema aparece en aquellas con piel
vasorreactiva lo cual es de carácter hereditario (el 56% de los casos
corresponden a personas con antecedentes) y también es más común en mujeres que en hombre. Por otro lado es completamente
lógico que sea más visible en personas con la piel clara y fina (fototipos I y
II) ya que en el resto de pieles incluso se disimula bastante y puede no
llegarse a notar nunca.
Su principal factor de aparición
radica en cambios de temperatura y
sobre todo la exposición al frío,
aunque existen otros factores que
pueden ser agravantes como trastornos alimenticios o nerviosos, desajustes
hormonales, el embarazo, el alcohol o el estrés.
Se distinguen principalmente dos
tipos de cuperosis. La cuperosis rosácea,
cuyas dilataciones venosas alrededor de nariz y pómulos a menudo se confunden
con acné pues aparecen pequeños granos, pero se presenta después de los 25 años
y responden al estrés, a la consumición de productos muy calientes y al
alcohol. La cuperosis adquirida por
su parte estárrelacionada con la exposición al sol sin la protección adecuada y
al uso de cremas con cortisona o algunos cosméticos agresivos.
Existen diferentes tratamientos
para solucionar la cuperosis o al menos mitigarla, que van desde el uso de
maquillajes y cremas para disimularlas, a fármacos y tratamientos con láser.
Siempre en estos casos es importante acudir a un dermatólogo que nos pueda
ayudar y recomendar el tratamiento a seguir según sea nuestro caso.
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