A menudo se confunde la rosácea
con la cuperosis
debido a que los síntomas son muy pero que muy parecidos, pero son diferentes
ya que la cuperosis se trata de un problema estético que requiere un
tratamiento estético puramente, pero la
rosácea lo que necesita es un tratamiento médico. En muchos casos existen
personas que presentan ambas.
La rosácea es una enfermedad crónica que empieza a
aparecer por enrojecimientos episódicos de la piel, sobre todo del rostro. Esos
enrojecimientos van siendo cada vez más persistente y empiezan a aparecer
lesiones inflamatorias. Aunque pueda aparecer en la adolescencia la mayoría de los casos se manifiestan a partir de los
cuarenta años. Popularmente se cree que la rosácea es una enfermedad más
propia de las mujeres, pero afecta a ambos sexos por igual. La experiencia demuestra
que son las mujeres las que más se preocupan por su aspecto físico y que por lo
tanto son las que más recurren al médico para diagnosticar esta afección. En el
sexo femenino la enfermedad suele ser más leve, y su manifestación más
evidente, el rinofima es exclusivo del varón. ¿Nunca habéis visto alguna
persona mayor con la nariz algo deformada y su piel oscurecida y aspecto
escamada? Seguro que sí, pues el rinofima es más común de lo que parece y es
justamente eso, la deformidad de la
nariz por engrosamiento anormal de la piel. La rosácea también es más común
entre personas de piel clara.
Existen 4 subtipos de rosácea:
Rosácea eritemato-telangiectática: caracterizado por un
enrojecimiento facial persistente acompañado de episodios de rubor y aumento de
los vasos sanguíneos.
Rosácea papulopostular: cuando al rubor persistente se le suman
alteraciones inflamatorios denominadas pústulas. Se podría confundir con acné,
pero no existen puntos negros ni blancos en este caso.
Rosácea fimatosa: aparecen grandes nódulos inflamatorios
acompañados del engrosamiento de la piel y que deriva en las “fimas” de la
rosácea, localizadas en la mayoría de los casos en la nariz y en ocasiones en
la frente y barbilla.
Rosácea ocular: se
caracteriza por la aparición de lesiones oculares y afecta a la mitad de las
personas a las que ataca este subtipo de rosácea. Quemazón, picor, sequedad
ocular, intolerancia a la luz, son síntomas de esta rosácea. Es común que el
oftalmólogo no identifique este trastorno por tratarse realmente de un caso de
dermatólogo, pero es importante recibir tratamiento ya que pueden desembocar en
complicaciones oculares graves.
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